domingo, 23 de mayo de 2010

Punk Dogs

Duermen en el día y bacilan en la noche. Son uno más entre los estudiantes, vagabundos y drogadictos que beben cervezas en las escaleras de Valparaíso. Tienen leyes y pandillas, su casa es la calle. Dos son los líderes, los que se llevan las mayores ganancias, los más queridos del sector. Esta es la historia del Perro Julio y Don Papi (Desaparecido) , los perros más connotados de la bohemia de las noches de esa cosa llamada Valparaiso.


Perro Julio


Son las cuatro de la mañana en subida Cumming, la gente se empiezan a retirar a sus casas y a comer algún papapleto (si hay plata) por el camino. Evelyn Inostroza come un Barros Luco en “ El Sibarítico” y lo ve frente suyo; es un perro gris, de mirada simpática, cariñoso y de una mandíbula prominente que lo eleva al rango de “ Papiche”. “ Uno se enamora inmediatamente de Don Papi, si es súper tierno, además como que te da pena y risa que sea papiche. Siempre nos acompaña a carretear por el sector, es como un amigo” comenta Evelyn, que se ha encontrado con este can caminando por los cerros de Valparaíso en busca de comida y diversión.


Junto con Don Papi se encuentra otro gozador de la vida. Con un collar que le rodea su gordo cuello, se lee la consigna: “no me alimente”, es el Perro Julio, otro callejero respetado por los barrios. “El Julito siempre nos viene a visitar, se sienta con nosotros. Le damos agua y a veces comida, ya que cada vez está más gordo. Es como un amigo, tiene algo que te hace confiar en él” cuenta Raúl Quezada dueño de uno de los puestos de flores en la pérgola de subida Cumming.

Perro Papiche

Vida de perros

Sotero Apablaza es vecino del sector y director del Centro de Restauración Patrimonial, se sienta en la plaza Aníbal Pinto todas las semanas a fumarse un cigarro y a mirar a los perros, “Ellos tienen su propia ley acá en la plaza. Le ladran a todo perro con correa y cuando viene un perro extraño, tiene que hacer alguna gracia para entrar al grupo”, son por lo menos veinte los que duermen a la sombra, entre ellos Don Papi y el Julio.

Entre estos dos canes no hay mucho contacto. Se respetan mutuamente pero nunca ha habido una amistad concreta, eso si comparten amistades, como son los perros Acróbata, Catete, Italiano y el Luis Miguel. “Siempre vienen para acá a visitar al Luis Miguel, hace años que son amigos. A veces se van de parranda y yo me preocupo por el, ya que esta cada día más viejo, le puede pasar algo” comenta Jose Cárdenas, dueño del perro y del ascensor El Peral en el cerro Concepción.


Es en la noche en que luego de un día de descanso, los perros carretean por comida. Acompañan a los estudiantes a las botillerías, estos le meten conversa y les hacen cariño, ha cambio los defienden de cualquier otro perro que los quiera atacar y de la policía que siempre esta al acecho. “El Julio y el Papiche se han ganado el cariño de los estudiantes que vienen para acá, son rebeldes como la juventud. Cuando vienen los pacos, Don papi y el Julio son los primeros en ladrar y avisarle a los cabros que andan merodeando para que no se los lleven presos” comenta Raúl Quezada.

La recompensa siempre es suculenta. La comida chatarra del sector es el principal alimento de estos perros. Completos, papas fritas y galletas es lo que los universitarios hambrientos siempre dejan para estos fieles compañeros de carrete.


Julio asoleandose en la anibal Pinto


Camino al Bicentenario

La relación de los dos perros con el la bohemia porteña ha llegado al punto de que el Julio y Don Papi sean propuestos como el “ El quiltro del bicentenario”. Iniciativas en Internet y grupos en Facebook se multiplican día a día. Consignas como: “Yo conozco al perro Julio” o “Amigos del perro Papiche” llevan más de mil adherentes. “Al perro Julio lo tratan como humano, le postean mensajes de agradecimiento por las noches vividas en el puerto, lo mismo pasa con el Papiche, sin ellos los cerros no serían lo mismo, son unos perros muy especiales” cuenta Jose Cárdenas.

“Todo quiltro tiene un valor para el barrio, son la parte fundamental del entorno de la comunidad, es por eso que son tratados como humanos, son un vecino más del sector”, relata Sotero Apablaza que alaba iniciativas como son el quiltro del bicentenario. “Cariñosos y apañadores, siempre están ahí carreteando contigo, además como son de la calle tienen un valor especial. La otra vez queríamos construirle una casita a Don Papi , pero pensamos que perdería toda su esencia de perro callejero y de barrio” cuenta Felipe Toro, estudiante que frecuenta el sector y siempre saluda a los perros.

21 de mayo


Papiche mirando al horizonte


El Julio cayó enfermo. Es acogido en una casa del Paseo Atkinson, al parecer sufre malestares estomacales, son fechas difíciles, se acerca el 21 de mayo. “ Las masacres que hace la municipalidad los 21 de mayo son terribles, utilizan todo para matar a los perros callejeros, desde veneno para ratones hasta tirarlos al camión de la basura vivos. Todo para que en el acto de la plaza Sotomayor se vea todo limpio” comenta Pilar Villalobos, vecina del sector. Iniciativas impulsadas por el senador Jorge Arancibia ( UDI) y Carlos Kuchel ( RN), con el fin de eliminar a los perros vagos si es que no se les encuentra un hogar son el principal miedo de los vecinos del sector.
Esa vez el Julio sólo comió un pedazo de plástico y enfermo, por eso el collar con la consigna “No me alimenten”, tiene el hígado delicado. Don Papi logró escapar a la barrida de aquel 21 de mayo y siguen vagando por las calles en busca de comida. Su hocico no se recuperará y seguirá siendo centro de atención de los estudiantes. Es la vida de dos perros de la calle, sin complicaciones y queridos por la comunidad, distintos y propios del puerto, agresivos cuando es necesario, fieles y cariñosos en momentos de compartir. Son los perros vagos, los perros que su vida ha sido la calle, los perros punks, como Don Papi y el Julio.

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